Agnósticos, ateos y muchos cristianos han criticado con dureza la visita a España de Benedicto XVI para participar en la Jornada Mundial de la Juventud católica por la ostentación, la ocupación masiva del espacio público y el coste que va a suponer para las arcas públicas. Pero hay otros que confunden la velocidad con el tocino, las críticas a la sumisión del Estado aconfesional a un credo con la intolerancia religiosa. Uno de ellos es el bioquíico José María Macarulla, quien firmaba la siguiente carta al director enEl Correo el viernes:
Los ovnis y el Papa Yo no creo en la existencia de los ovnis (ufos), pero eso no me autoriza a reventar las reuniones o avistamientos de los ufólogos, ni a criticar que contraten autobuses para asistir colectivamente a ellas. Por ello –salvadas las distancias– no comprendo que los ateos, agnósticos ylibrepensadores (¡qué incongruentes son!) si de verdad no creen en Dios y en otra vida, se obstinen en ofender a los católicos que esperamos con ilusión las JMJ. ¿Qué mal les hacemos nosotros si creemos que al morir nos espera un juicio y la felicidad eterna del Cielo, porque amamos a Dios sobre todas las cosas? |
Cuando leí estas líneas, detecté al instante en el razonamiento de Macarulla una omisión y dos errores graves. Omite que los actos de Madrid están costeados en parte con dinero público -vía subvenciones, descuentos y prestación de servicios- y, por tanto, hasta “los ateos, agnósticos y librepensadores” tenemos derecho a quejarnos. Y yerra cuando pone límites al derecho de crítica y establece diferencias entre depositar la fe en los ovnis -supongo que como naves extraterrestres- y en Dios.
El derecho de crítica no tiene límites en una sociedad democrática -en teocracias como la vaticana y la iraní, si- y, objetivamente, la única diferencia entre creer en visitantes extraterrestres y en una divinidad omnipotente es que lo segundo está socialmente aceptado como religión y lo primero no, aunque en el fondo también lo sea. Como ateo, doy el mismo crédito al Papa cuando habla de Dios que a un contactadocuando habla de visitantes de otros mundos, aunque en el segundo caso, por lo menos, haya otros planetas por ahí fuera. Hay tantas pruebas de que exista un dios como de que han venido extraterrestres a la Tierra.
Por todo eso, me parece insultante la complicidad del Gobierno español, del de la comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de la capital -constitucionalmente pertenecientes a un Estado aconfesional- con actos proselitistas como los de Madrid. ¿Justifica el hecho de que vaya a haber un retorno económico al final positivo que el Estado renuncie a su aconfesionalidad, como parece creer el inefable José Blanco? ¿Pagarían tan alegremente un encuentro masivo de creyentes en extraterrestres o en el espagueti volador? ¿Exhibirían pancartas forofas en sus edificios? Yo creo que no, en los tres casos.
La desafortunada, para Macarulla, comparación de ufólogos y seguidores del Papa no le pasó desapercibida a un lector de El Correo, Javier Polo, que el sábado firmaba en la misma sección una carta tan breve como clarificadora:
Reuniones de ufólogos Perdone usted, don José María Macarulla, pero para las reuniones de ufólogos (Los ovnis y el Papa, 12-8-11), que yo sepa, ni se cortan calles ni se cierran aeropuertos ni se subvenciona el transporte. Y no hace falta salvar las distancias, puesto que, entre creer en un Dios y ver ovnis, hay un pequeño paso. |
Por fortuna, vivimos en una sociedad en la que cada uno puede creer o no en lo que quiera y en la que todo es criticable. Por eso, aunque desde lo más alto de jerarquía católica española me consideren por ello paleto, me opongo a que el dinero de todos financie actos proselitistas como los de Madrid y a que haya de facto una religión oficial -como ocurre en España con los funerales de Estado y las tomas de posesión ministeriales-, y me indigna que un Ejecutivo que se dice progresista no haya despenalizado la eutanasia, como quiere la mayoría de los ciudadanos, por las presiones vaticanas.
¡Ah!, tampoco me gustaría que el dinero de mis impuestos sirviera para sufragar ninguna romería ufológica por mucho dinero que pudieran dejar los adoradores de los extraterrestres en España.
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