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jueves, 25 de agosto de 2011

Las sectas y los abusos de menores.

Sectas y abuso de menores

Templo de la secta de Warren Jeffs
Warren Jeffs, líder de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IFJSUD),  instalada en Texas, fue condenado el pasado 4 de agosto a cadena perpetua por un delito de abuso de menores.
La historia, aunque sórdida, lamentablemente no es nueva. Los hechos se remontan a 2008 , cuando el Servicio de Protección del Menor recibió la llamada de una menor de 16 años, afirmando que había sido obligada a acostarse reiteradas veces con un hombre de 50 años y que esperaba un hijo de él. El FBI comprobó que la comunicación era una falsa alarma. Sin embargo, fueran cuales fueran los motivos que motivaron la llamada, los federales pusieron en el punto de mira desde entonces a la comunidad, más concretamente a su cabeza visible, Warren Jeffs, quien ya tenía detrás un historial delictivo.
En 2006 había sido condenado por agredir sexualmente a dos chicas, llegando a ser uno de los delincuentes más buscados por el FBI.
Después de varias semanas de vigilancia, la agencia federal, que ya conocía bien al pastor de la Iglesia, pudo comprobar como los abusos a menores se producían de manera sistemática. Así, se decidió intervenir en el templo que mantiene la secta en un rancho de El Dorado, en el sur de Texas. El resultado de la operación tuvo implicaciones dramáticas, especialmente para los niños. 416 menores fueron separados de sus madres y tutelados por el gobierno federal a la espera de esclarecer los hechos. La cosa se ponía complicada, pues en una comunidad polígama y totalmente aislada del resto del mundo, los pequeños eran incapaces de decir, en muchas ocasiones, quién era su madre; tal era el desconcierto.
Tuvieron que afrontar una dura salida al “mundo exterior” para tratar con personas a las que nunca habían visto y con costumbres muy diferentes. Sus frágiles estómagos, alimentados solo a base de vegetales, tuvieran que acostumbrarse poco a poco a una dieta más completa y saludable.
Y en medio de este clima, empezaron a llegar a los medios los detalles más sorprendentes.
La Iglesia, una escisión de los mormones, practicaba la poligamia, prohibida en esa parte del país. Pero además, se ejerció sin límite. El propio Jeffs, por ejemplo, tenía al menos 20 esposas, y no menos de 60 hijos. Siendo ésta una política generalizada en la comunidad y tratándose de un grupo hermético, no era de extrañar que se hubieran producido incluso uniones entre parientes.
Warren Jeffs, condenado a
 cadena perpetua por
agresión sexual a menores
De esta manera, en algún momento se traspasó la línea roja y empezaron a consumarse uniones con menores de edad. Éstas eran oficializadas por el propio líder quien tenía una ‘cama sagrada’ en el templo con la idea de que estos matrimonios tuvieron el visto bueno de Dios. Él lo llamaba la Ley de la Colocación.
Recientemente, hemos podido conocer los detalles del juicio al que se sometió a Jeffs durante los primeros días de agosto A lo largo del proceso, la Fiscalía de Texas aportó pruebas que fueron cruciales para su resolución: un test de ADN que acreditaba la paternidad de un niño, fruto de una relación sexual con una menor de 15 años, su diario personal y varias grabaciones de audio. En los registros se podía escuchar al pastor agrediendo sexualmente a una niña de 12 años o diciéndole a otra menor de qué manera debía complacerlo.
Jeffs escuchó la sentencia del tribunal, cabizbajo pero sin el menor arrepentimiento. Hasta el último momento, estuvo justificando sus actos, amparándose en la voluntad divina y argumentando que el juicio era un montaje para acabar con él. “Estoy en paz” se limitó a murmurar.
Las prácticas sexuales delictivas llevadas cabo en el seno de la IFJSUD, tuvieron tristes antecedentes en otros casos.

Prostitución
Posiblemente, la historia más sangrante la encontremos en Los Niños de Dios, una secta milenarista fundada por David Berg, en California, durante los años 60, basada en la lectura en clave tecnológica del Apocalipsis. Los Niños de Dios, hoy reconvertidos en una “inocente” ong de ayuda a los más necesitados, se extendió como la pólvora por medio mundo durante las décadas siguientes gracias a una particular forma de proselitismo. Berg adoctrinó a un ejército de prostitutas que tenían el encargo de engatusar a políticos y empresarios, gente de las altas esferas en definitiva, para que entraran a formar parte de la secta o, por lo menos, que actuaran a favor de ella. Berg logró de esta manera un patrimonio multimillonario. Lamentablemente, las peor paradas fueron sus adeptas, muchas de ellas acabarían padeciendo SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual. Las acolitas de la secta estuvieron durante los años 70 deambulando por Tenerife, sobre todo en La Laguna y Puerto de la Cruz. Berg visitó la isla en más de una ocasión.
La forma de entender el sexo por parte del líder de los Niños de Dios, no tenía límites. Era una herramienta irresistible para conseguir cualquier clase de propósito que se planteara. No sería de extrañar que acabara siendo denunciado por abusos sexuales, por parte de sus propias hijas, incluso nietas.
Recientemente en Caso Siete, hemos publicado un reportaje sobre otro triste episodio cuyo origen se rastrea en el sur de la isla de La Gomera. El artista austriaco, Otto Mühl, decidió que debería ser él quien iniciara a los hijos de sus adeptas en el arte secreto del sexo. Anna, una joven de 17 años, denunció ante un tribunal de Viena que fue forzada a tener relaciones sexuales con el artista cuando ella contaba tan solo 13 años. Mühl fue condenado a una pena de 7 años de cárcel en 1991.

Una herramienta infalible
El sexo suele ser un elemento de manipulación en las sectas denominadas destructivas. La coacción emocional que supone suele dejar bien atados los acabos para el líder sectario. Al serle proporcionada al adepto la libertad de practicarlo con quien le plazca dentro de la comunidad, se le presenta como una especie de pequeño paraíso. Además, es una manera de transgredir las normas, una forma de ir contra lo socialmente establecido, que suele ser una de las motivaciones de los que ingresan en estos grupos.
Sin embargo, esta libertad aparente, suele tener una contrapartida, la prohibición de acostarse con cualquier persona ajena a la secta. Así, se logra el aislamiento, la incomunicación con familiares, amigos y compañeros de trabajo. La única realidad posible es la que se vive dentro de la comunidad sectaria.
Escrito por:Alfonso Ferrer es investigador especializado en el campo de los fenómenos aparentemente inexplicables, las creencias y las leyendas

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