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domingo, 28 de agosto de 2011

Operación Capitán América.



07AGO201109:07

La única fotografía que se conserva de El Capitán América e Isaiah Bradley (K. Baker).
A veces, la Ciencia necesita que un voluntario dé un paso al frente y ponga en riesgo su vida. Steve Rogers, ‘simplemente, un chico de Brooklyn’, aceptó en 1940 someterse a un proyecto ultrasecreto del ejército americano para convertirse en un supersoldado. Fue un éxito: sin el Capitán América, la II Guerra Mundial hubiera acabado en Dunquerque, pero ¿fue ético? Kyle Munkirrick, autor del blog Science not fiction, decía, con la mano sobre la Declaración de Helsinki sobre principios éticos en la investigación médica con humanos, que sí pero “por poco”.
Lamento discrepar. Puede que Rogers aceptara, influido por la propaganda, lo que resta valor a su decisión ‘libre’ como dice Munkirrick, pero sabía a qué se exponía y no vaciló en hacerlo. De esa madera se hacen los héroes. Sin embargo, no todos los participantes pueden decir lo mismo. En 2003, un documento desclasificado de la editorial Marvel, obtenido por Robert Morales y Kyle Baker y titulado Verdad: rojo, blanco y negro, puso sobre el tapete la verdad tras la leyenda.
En 1942, el ejército americano seleccionó en secreto a 200 personajes de cómic con una característica en común: todos eran negros y formaban parte de un batallón de castigo. En contra de su voluntad, y sin informarles, se les inyectó un suero en fase experimental casi tan nocivo como los que circulan por los gimnasios de barrio. El objetivo era recrear la fórmula perdida que sirvió para forjar dos años antes al Capitán América (en defensa del Capi hay que decir que no supo nada hasta 2003).
Sólo uno de ellos, Isaiah Bradley, logró sobrevivir. Luchó tras las líneas enemigas mientras el Capi daba ruedas de prensa, pero fue capturado por los nazis hasta que la resistencia alemana lo liberó. De regreso a su país, pasó años encerrado e incomunicado y no fue liberado hasta la toma de posesión de JFK en 1961. Finalmente, logró una pensión, aunque no fue indemnizado. En 2003, tras años de lucha contra el alzheimer, murió rodeado de los suyos.
El 'proyecto Renacimiento' (ese era su nombre oficial) comenzó como una colaboración entre partidarios de la eugenesia británicos, americanos y alemanes, dirigidos por americano Josef Reinstein (en realidad Dr. Wildfred Nagel) y el alemán Dr. Kosch. Al empezar la contienda, cada bando continuó el programa independientemente. El Dr. Mengele fue uno de los herederos.
La eugenesia para mejorar la raza y el exterminio de media humanidad son, según los conspiranoicos, dos de los temas más destacados de la agenda de los amos del mundo. Aunque, por razones evidentes, los nazis se han llevado la peor parte, lo cierto es que –como muestra este angustioso caso- no hicieron más que seguir los pasos de ideas que pregonaban en círculos progresistas americanos para conseguir un mundo mejor (para ellos), inspirados por la teorías del Francis Galton (primo de Darwin).
La soleada California de principios del siglo XX fue el lugar desde el que EEUU se convirtió en el primer país en desarrollar leyes eugenésicas (desde esterilizaciones forzadas avaladas por el Tribunal Supremo a las leyes sobre matrimonios interraciales) con el fin de conseguir un país lleno de blancos, rubios  y con ojos azules. Incluso Hitler, llevado por la envidia, tomaba EEUU como su referencia y en Nuremberg, algunos acusados pusieron como ejemplo la legislación americana para justificar sus crímenes. No en vano, la idea de las cámaras de gas la tomaron del libro Applied Eugenics escrito en 1918 por el médico militar Paul Popenoe.
Apoyos a las teorías eugenésicas no faltaron, pero destacó por encima de todos la Rockefeller Foundation. La presencia de los ubicuos millonarios en el pastel se suma a que también impulsaron la creación del Grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral o el inexistente Majestic 12. Por eso los conspiranoicos creen que la eugenesia es tan importante para los ‘amos del mundo’. La Foundation destinó antes de la guerra el equivalente a 4 millones de dólares actuales al Kaiser Wilhelm Institute, en el que se sentaron las bases científicas para justificar la Solución Final.
El 'proyecto Renacimiento' tiene todo lo que una buena conspiración necesita: armas secretas, encubrimiento oficial y un reguero de víctimas. En realidad, no fue más que uno de tantos. El más famoso es el experimento Tuskegee, que se prolongó entre 1932 y ¡1972! y en el que se utilizó a cerca de 400 cobayas humanas (negras y pobres) en un estudio sobre la sífilis (se les contagió y se les negó tratamiento). Otros casos incluyen gasear a un grupo de soldados con gas mostaza y el archifamoso proyecto MK Ultra de control mental.
Pensar que los amos del mundo quieren aniquilarnos (cuando pueden usarnos de esclavos) es un tanto descabellado, pero de vez en cuando aparecen noticias que dan alas a los que piensan que los apandadores quieren crear seres de laboratorio para que les sirvan de camareros y cosas peores. Hace unos días, salió la noticia (en muy pocos diarios) de que en Gran Bretaña llevan tres años tras los pasos del doctor Moreau. Se han hecho más de 150 experimentos cruzando animales con humanos. Dicen que es para lograr células que se puedan utilizar en terapias génicas. No lo dudo, pero tanto secretismo acojona.
Fuente:http://www.elmundo.es
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