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viernes, 26 de agosto de 2011

España al borde de la quiebra y la reforma de la Constitución.


Artículo de la Vanguardia

Zapatero cierra un ciclo y se inicia una renovación en la democracia española

El PSOE equiparará lo que está en juego el 20-N con el inicio de una nueva transición 
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La reforma de la Constitución ya no asusta y entra en la agenda de los partidos | No se trata de hacer balance del pasado sino de elegir líder para cambiar el futuro | La reforma de la ley electoral se presenta como la inexorable gran batalla | A la crisis financiera se suma la crisis de las instituciones y del propio sistema | La reforma del modelo productivo requerirá medidas dolorosas y consensos



La quiebra financiera de las instituciones. El Ayuntamiento de Moyà acaba de anunciar que no pagará las nóminas de sus empleados. En Madrid nadie sabe dónde está Moyà, pero todo el mundo sabe que buena parte de los ayuntamientos españoles están en esa situación, empezando por el de la capital. Lo mismo ocurre con las comunidades autónomas, y hasta ahora sólo Catalunya lleva a cabo políticas de ajuste. Alguien más tendrá que ponerle el cascabel al gato.

La reactivación económica. España no se recupera de la crisis al mismo ritmo que sus vecinos de la Unión Europea. El patrón de crecimiento económico basado en la construcción (AZNAR) ha resultado una ruina. La reconversión es urgente; será tan dolorosa como necesaria y por lo tanto requerirá también de amplios acuerdos.

Reforma de las instituciones del Estado. El Tribunal Constitucional ha dilapidado su prestigio como institución vulnerable a todas las conspiraciones políticas. El Poder Judicial se ha convertido en un campo de batallas gremiales, políticas e ideológicas... y Garzón amenaza con desembarcar en la política otra vez.

La calidad democrática. Los múltiples casos de corrupción política que afectan a prácticamente todos los partidos que han tenido responsabilidades de gobierno han puesto de manifiesto la opacidad del sistema y la necesidad de reformas para la regeneración de la vida pública.

La representatividad. Los autodenominados indignados sólo se representan a sí mismos, pero su protesta ha generado simpatías en amplios sectores de la opinión pública. Nadie es capaz de defender ya un sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas que otorga poderes omnímodos a las oligarquías de los partidos políticos y que suelen ejercer con métodos antidemocráticos. La reforma de la ley electoral va a ser sin duda una de las grandes batallas de la Segunda Transición, con reforma constitucional o sin ella. Rubalcaba, por si acaso, ya se ha erigido en abanderado del sistema alemán. ?

El conflicto vasco. Existen expectativas sobre la posibilidad de que ETA anuncie su disolución incluso antes de las elecciones. En cualquier caso, la derrota del terrorismo es una evidencia, pero siempre el final definitivo requerirá una gestión política que corresponderá liderar al Gobierno que salga de las urnas el 20 de noviembre y que sólo tendrá éxito si cuenta con el respaldo del principal partido de la oposición y del nacionalismo vasco mayoritario, incluido Bildu, claro.

El problema catalán. No por ser citado en último lugar significa que es el menor de los problemas. Nunca antes la independencia de Catalunya había registrado tantos partidarios. De hecho, fue el president de la Generalitat, Artur Mas, quien en su discurso de investidura anunció la Segunda Transición catalana. Las sentencias del Tribunal Constitucional han dejado el Estatut en vía muerta y la crisis ha contribuido a arraigar la concepción del déficit fiscal catalán como un expolio. El Govern de la Generalitat ha situado el listón en el concierto económico. Y simultáneamente ha habido a una evolución de los partidos mayoritarios favorable a recentralizar el Estado. Todo hace prever un periodo de tensión política, social e institucional.
FUENTE: LA VANGUARDIA

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